Contar cómo surgió mi interés por estudiar una Especialidad en Procesos Culturales Lecto-escritores, para mí, es hablar de mi gusto por la docencia.
Desde que estudiaba la preparatoria tenía deseos de hacer algo por el mundo, procurar un cambio positivo con mis acciones y ser maestra me parecía el mejor medio para lograrlo, por ello decidí estudiar Lengua y Literatura Hispanoamericanas, pensaba que el arte podía producir en las personas el anhelo de ser mejores.
Durante la carrera estas ideas se nublaron, transité una etapa hedonista en la que creí que lo único importante era vivir mi vida lo mejor posible porque no había manera de generar cambio alguno en el mundo, así que me alejé por completo de la academía y decidí viajar por el sur del continente, recorrí la Patagonia Argentina, llegué a Tierra de Fuego, volví a México y trabajé en el Caribe, ahorré lo suficiente y viaje a Vancouver, Canadá; entonces la pandemia llegó y después de tres años regresé a casa. A pesar de haber cumplido mi deseo de recorrer otras tierras como los personajes de Kerouac, London o Roberto Bolaño, había algo que me hacía sentir insatisfecha.
Fue durante el encierro que finalmente me titulé, no hice una tesis porque no me sentía en forma -intelectualmente hablando- cursé un seminario sobre educación y gracias a ello logré iniciar mi trayectoria docente, ingresé a dar clases en una preparatoria privada impartiendo las materias de Lectura y Redacción en segundo y cuarto semestre, al revisar el plan de estudios noté que en realidad la intención de los cursos era fomentar la sensibilización estética a través de la literatura, me encantó, fue en ese momento que volví a los libros, a la indagación ,comencé a estudiar como nunca antes lo había hecho, formé junto con los jóvenes estudiantes maravillosos círculos de lectura y me dí cuenta de que sí es posible tocar la vida de algunos de manera positiva, vi mi sueño adolescente cristalizarse.
Cada clase aprendí algo nuevo, pero, hubo un suceso que marcó mi interés por continuar mi formación académica: obligué a las chicas y chicos de cuarto semestre a leer La Ilíada, para esto hice varias presentaciones, utilicé vídeos, audios, leímos en clase el libro y los motivaba dividiendo la lectura en 15 páginas por día -solo de lunes a viernes- para concluir el libro, al menos la mitad logró el objetivo, sin embargo, cuando en pláticas informales les preguntaba si volverían a leerlo nadie dijo que sí, y aunque se sentían orgullosos de haber realizado aquella hazaña, me dijeron que habían textos que podrían ser menos tediosos, que hay interpretaciones recientes del canto épico, que les hubiese gustado leer algo más actual, entonces me di cuenta que tenía una visión aún muy tradicionalista de la enseñanza, de cómo acercar la lectura y literatura a jóvenes que han vivido un mundo totalmente diferente al mío. Por esto comencé mi búsqueda de mejores herramientas para ejercer la docencia, así encontré la convocatoria de la EPCLE, me postulé, me aceptaron, y bueno, el resto se sigue escribiendo…
Comparto una canción que precisamente escuchaba cuando tenía 16 años y soñaba con construir un mundo mejor.
Estudiantes de cuarto semestre representando una asamblea en el Ágora en Grecia.
Inspiración para entrar a la EPCLE.